Os voy a reproducir un artículo que escribí con un amigo mío a la edad de 14 años en un campamento en Cantabria. Era para el periódico local y escribíamos casi a diario.
Creo que aún hoy sigue teniendo su gracia.
HOY CONFIESAN: MANU Y VÍCTOR
Nosotros veíamos “Barrio Sésamo” en nuestros años de frustrada infancia en la que necesitábamos apoyo moral y comprensión moral y lógica acerca de unos problemas que a todos los niños afectaban a esas edades como eran la diferencia entre izquierda y derecha, lejos y cerca...
Y allí estaba Espinete, con sus púas al aire y Don Pimpón contándonos sus aventuras en países exóticos mientras Chema, el panadero, preparaba el pan en su horno de leña casero para que pudiéramos cenar y mientras Julián, el quiosquero, entre piruletas, golosinas y palomitas intentaba alegrar el barrio con sus canciones de la época.
Entonces era cuando Antonio, el “horchatero”, introducía el toma y daca de Epi y Blas y un patito amarillo de baño mientras Coco y su “vaca Paca” hacían peripecias en la cuerda floja sobre el “monstruo de las galletas” que engullía con avidez pastelitos de chocolate.
Todo esto ocurría a la vez que la rana Gustavo, “el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo”, intentaba tomar el pelo al Conde Drácula que cantaba su famosa canción “Cuando los murciélagos se van de marcha”.
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